
Amanecemos temprano. Es nuestro segundo día en Praga y queremos sacarle todo el provecho posible a la ciudad. El día anterior lo dedicamos en conocer el corazón de la ciudad y su barrio judio. Así pues, hoy vamos a descubrir el monumento más visitado de la ciudad, el castillo de Praga.
Aunque el apartamento donde estamos alojados no se encuentra muy lejos del castillo de la ciudad, queremos guardar nuestras fuerzas para el resto del día. Cogemos la línea de metro A que nos deja a pocos metros de la entrada principal.
Nada más salir del metro, encontramos el jardín Wallenstein con el palacio que recibe el mismo nombre. Aunque no es muy conocido (os daréis cuenta por la poca cantidad de turistas que encontraréis dentro), os recomendamos dar un paseo por el.
Si recorréis todos los jardines, llegareis a la Sala Terrena, que actualmente es el Senado y a la izquierda, una enorme pared formada por piedra, donde podréis desplegar vuestra imaginación para ver figuras o caras.
Nos dirigimos hacia el castillo (¡animo con la subida hasta llegar a el!) y cuando llegamos lo primero que hacemos es dirigirnos al segundo patio donde se encuentra el centro de información donde comprar los tickets. Igual que para el barrio judío, en este caso también tendréis dos opciones de tickets.
La historia de este castillo comienza en el Siglo IX, desde entonces siempre ha sido la sede de los soberanos checos y la residencia oficial del Jefe del Estado. Un consejo es que os reservéis una mañana completa para visitar con tranquilidad cada una de sus dependencias.
Accedemos por la puerta principal de la plaza Hradcany, la cual se encuentra flanqueada por estatuas de titanes combatientes. Cada hora en punto se lleva a cabo en este punto el cambio de guardia, aunque el más llamativo y largo es a las 12 del mediodía. No obstante, si vais un poco pillados de tiempo, no os aconsejemos que perdáis este tiempo. Nosotros lo vimos y comparándolo con otros cambios de guardia como el de Atenas, nos dejó bastante indiferentes.
Si accedemos por la puerta de Matías, llegamos al segundo patio donde en el centro encontramos una fuente barroca y un pozo del S.XVII. A la derecho encontramos la capilla de la Santa Cruz que alberga el tesoro de San Vito. Podéis visitarla pagando una entrada separada. Nosotros continuamos nuestra visita hacia el punto clave del castillo, la catedral de San Vito.
Se trata de una de las catedrales más opulenta de Europa central, y seguro que también la que más tiempo se tardó en construir: más de 600 años, ahí es nada.. En el interior, lo que más nos llamó la atención fue su gran tamaño y la tumba de San Juan Nepomuceno, la cual está elaborada con 2 toneladas de plata.
Cuando salimos de la catedral, vimos que íbamos tan mal de tiempo que nos fuimos directos hacia el antiguo palacio real, sin darnos cuenta que existe la posibilidad de subir a lo alto de la torre de la catedral. Una pena porque las vistas desde allí deben ser increíbles.
En el mismo patio encontramos el antiguo palacio real del año 1135. La entrada al palacio está incluida en el ticket, así que os recomendamos aprovecharlo y conocer su interior. Además, si no visteis las vistas desde lo alto de la torre de la catedral, podréis aprovechar y ver unas vistas (no tan espectaculares claro está), desde lo alto del palacio.
Salimos del palacio y el siguiente lugar que nos encontramos es la plaza de San Jorge con la basílica que recibe el mismo nombre.
Se está haciendo tarde para comer, pero no nos queremos ir del castillo sin visitar antes el callejón del oro, una atractiva callejuela con peculiares casitas que se construyeron en el S. XVI para alojar a los tiradores de la guardia, aunque después fueron utilizadas por los orfebres. Actualmente, las casas han sido restauradas para reflejar sus usos anteriores. La más evocadora es la nº12, antigua vivienda de un historiador de cine.
Como ya os decíamos al principio, la visita al castillo nos llevó toda la mañana, se había hecho tarde para comer y teníamos un hambre atroz, así que sin perder mucho tiempo, entramos al restaurante del Hotel Golden Star, uno de los más baratos porque por esa zona los precios eran bastante altos.
Ya con los estómagos llenos y nuestras piernas descansadas, continuamos nuestra ruta.
Muy cerca del castillo se encuentra Loreto, un lugar de peregrinación barroco que se fundó en 1626. Nosotros nos tuvimos que conformar con verlo solo por fuera ya que estaban de obras, así que continuamos paseando calle abajo en dirección a Petrin.
Esta colina de 318 m, es una de las zonas verdes más grandes de la ciudad. Un buen lugar para pasear tranquilamente y disfrutar de unas vistas desde arriba estupendas.
Nosotros que después de toda la mañana estábamos algo cansados, decidimos coger el funicular desde Ujezd hasta la cima. Por 24 coronas te libras de una subida considerable. Una vez arriba, tenéis varias opciones. O bien descansar en sus jardines o subir la torre mirador de Petrin por un precio de 120 coronas.
Nosotros decidimos pasear por sus jardines y bajar andando hasta la ciudad. De esta forma disfrutamos también de unas vistas privilegiadas y lo que es mejor, ¡gratis!
Una vez en las calles de la ciudad, nos dirigimos a uno de los símbolos de la ciudad, el muro de John Lennon. Tras la muerte del cantante, se pintó sobre la pared una imagen de Lennon acompañada de pintadas políticas y letras de canciones. A pesar de ser limpiada por la policía secreta, nunca se logró mantenerlo limpio durante demasiado tiempo, convirtiéndose en un foco político de la juventud de Praga.
Seguimos paseando por las calles de la ciudad, pasando por lugares donde ya habíamos estado el día anterior, el puente de Carlos, la plaza de la ciudad vieja,…
Llegamos a la plaza Wenceslao, plaza que se caracteriza por su larga historia checa. Entre otros acontecimientos, aquí se anunció en 1989 la caída del comunismo. Nosotros cuando llegamos estaba en obras, por lo que la encontramos llena de andamios. Una pena..
El día llega a su fin. Pero antes de irnos a dormir, no queremos despedirnos de la ciudad sin ver los lugares más emblemáticos iluminados con la luz de la noche, y porque no…tomarnos una de fresca cerveza en uno de los tantos bares abarrotados de jóvenes con su jarra en la mano.
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