Nuestro último día en República Checa lo queremos dedicar a conocer algo de los alrededores de Praga. Nuestras opciones eran Kutna Hora o el campo de concentración de Terezín. Los dos lugares nos llamaba la atención por distintas causas, pero finalmente nos decidimos por Kutna Hora. ¿Queréis saber la razón? Seguid leyendo porque os vamos a contar todo lo que podéis ver en esta ciudad declarada Patrimonio Mundial de la Unesco.
¿Como llegar?
Para llegar a Kutna Hora desde Praga, tenéis distintas opciones (autobús, tren,…). Nosotros cuando realizamos el viaje, fuimos en tren ya que en tan solo 55 minutos llegas a la ciudad (frente a la hora y 3/4 que tarda el autobús). Antes de montar al tren tendréis que comprar los billetes y durante el viaje pasará el revisor para validarlos (240 CZK aproximadamente ida y vuelta).. Kutna Hora tiene dos paradas de tren. La primera es Kutna Hora hlavni nadrazi y la segunda Kutna Hora Mesto.
QUE VER EN KUTNA HORA:
Llegamos a la estación de Kutna Hora hlavni nadrazi y tras caminar durante escasos 5 minutos llegamos a nuestro primer destino y el que más curiosidad nos causaba, el osario de Sedlec.
En 1870, cuando los Schwarzenberg adquirieron el monasterio, se encontraron con los restos de más de 40.000 personas en su cripta. Así pues, sin saber que hacer con todos ellos, encargaron a un ebanista local, mostrar su creatividad con todos esos huesos. Creatividad que hoy en día podemos apreciar en los distintos escudos, pirámides y la asombrosa lámpara.
Salimos del osario con una sensación extraña…demasiado macabro todo.
Nos queremos dirigir al centro de la ciudad. Como estamos algo apartados cogemos el bus urbano que en poco más de 10 minutos nos deja en el punto ideal para comenzar nuestra ruta. Cerca de aquí se encuentra el monumento más importante de Kutna Hora, la catedral de Santa Bárbara.
Antes de hacer el viaje, habíamos leído que esta podía ser una gran rival de la catedral de San Vito de Praga, y la verdad que es de gran tamaño y muy imponente pero para nosotros..la catedral de San Vito es la real ganadora!
Algo que nos recordó bastante a Praga, y en concreto con el puente de Carlos, fue la calle Barborská. Sus 13 estatuas barrocas que la decoran fueron las causantes de ello.
No quedaba mucho tiempo para coger el tren de regreso a Praga y queríamos callejear por la ciudad. La verdad que fue todo un acierto recorrer esas calles empedradas y encontrar algunos rincones con unas vistas fabulosas.
Nos quedamos con ganas de visitar el museo checo de la plata y poder acceder a los pozos mineros medievales bajo la población. Un circuito que nos hubiera encantado disfrutar, pero todo no podía ser.
De regreso a Praga, teníamos todavía una tarde completa para despedirnos de la ciudad de las 100 torres, volviendo a esos rincones que tanto nos habían gustado. Y es que, cuando te parece tan bonito un lugar, cuesta decirle adiós…mejor despedirnos de ella con un hasta pronto!
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